3 de noviembre de 2013

Uchouten Kazoku: La extraña familia

Con un poquito (bastante) de retraso, van llegando reseñas poco a poco. Y hoy toca la de una serie bastante peculiar que se estrenó el pasado julio y que, para mí, ha sido de lo mejor de la temporada de verano y casi de lo mejorcito que se ha visto también este año.

Kyoto es una ciudad muy conocida por ser protagonista de muchos mangas y animes. En concreto, se la suele representar como un lugar "mágico" donde el Japón moderno y el tradicional se unen y habitan todo tipo de criaturas mitológicas.
Yasaburou, el protagonista de este cuento ambientado en el Japón moderno, con su hermano menor Yashirou.

Kyoto es, precisamente, el espacio donde se desarrolla Uchouten Kazoku. En esta ciudad viven humanos, por supuesto, pero también conviven con ellos tengus y tanukis (los tanukis son animales asiáticos de aspecto parecido al de los mapaches, pero en el contexto de esta serie son animales mágicos. El tengu es un demonio del folklore japonés al que se suele representar como un pájaro con forma humanoide).
En esta Kyoto vive Yasaburou Shimogamo, un tanuki que está harto de su vida cotidiana y por eso decide imitar a los humanos. Además, suele frecuentar la casa de Akadama-sensei, un viejo tengu que hace las veces de líder espiritual de las criaturas mágicas del lugar.

Yasaburou pertenece a la familia Shimogamo, una prestigiosa familia de tanukis que, tras la muerte de su líder, Souichiro Shimogamo, padre de Yasaburou y sus tres hermanos, lucha contra su familia rival, los Ebisugawa, por hacerse con el poder sobre todos los tanukis.
Poco a poco, a Yasaburou y sus hermanos les tocará desentrañar el misterio que se oculta tras la muerte de su padre, que de alguna forma parece estar relacionado con sus enemigos y también con el Club del Viernes, un sibarita club que una vez al año, como cena de nochevieja, celebra un festín en el que el protagonista es el estofado de tanuki.
Por si fuera poco, estos tanukis son capaces de transformarse en cualquier cosa, desde un objeto cotidiano pequeño hasta un animal enorme.
Yajirou Shimogami, uno de los hermanos, es sólo una rana que vive en el fondo de un pozo.

Lo más atractivo de esta serie, en un principio, es la colaboración entre Tomihiko Morimi, más conocido por ser el autor de Tatami Galaxy y Koji Kumeta, autor de Sayonara Zetsubou Sensei y Katteni Kaizou, que en esta ocasión se encarga del diseño de personajes. 
Pero en cuanto ahondamos un poco en este anime, encontramos que es una de esas joyitas que a veces pasan desapercibidas. En primer lugar, cabe destacar su tratamiento folklórico de la historia, por lo que los amantes de lo puramente japonés encontrarán en ella un rico manantial de mitología y criaturas sacadas del Japón más tradicional. En una época dominada por el anime moe repleto de fanservice se agradecen este tipo de cosas diferentes.
Y aunque el planteamiento de la serie es muy sencillo, llega a enganchar y cautivar al espectador, mezclando momentos humorísticos con otros mucho más tiernos que nos harán soltar la lagrimilla. 
Fanart de Yaichirou Shimogamo, el próximo aspirante a líder de los tanukis tras la muerte de su padre, rodeado de sus hermanos y él mismo en forma de tanuki.

Soy perfectamente consciente de que esta serie no es para todo el mundo, como tampoco lo era Tatami Galaxy, aunque siendo del mismo autor se parecen bien poco, lo que demuestra la habilidad de Morimi para entrar en universos tan distintos como el de Watashi y los Shimogamo.